Para la capacidad operativa y financiera de una PYME, la incorporación o no, de un nuevo empleado a la organización plantea retos de altísima envergadura, que deben ser analizados con el suficiente detalle y concrección.
Una manera de identificar el trabajo asalariado sería como otro recurso que entra y sale de nuestro proceso de producción en función de cargas y, orientado y dirigido a resolver una necesidad concreta, en un momento determinado del tiempo. Estaríamos así materializando la deshumanización de esa aportación a nuestra organización. La cuestión es, si dentro de una PYME podemos actuar de semejante manera, sin perjuicio hacia nosotros mismos.

Si la organización está definida por un número pequeño de personas, la incorporación de un nuevo empleado resulta en un impacto tremendo en todos los niveles, entre otros: financiero, inmediatamente supone un incremento de nuestros costes; organizativo, inmediatamente supone el cambio de nuestro modelo operativo al dar cabida en nuestros procesos a un nuevo recurso; social, debe integrarse con nuestra cultura empresarial, y en la PYME existe además una microsociedad estable y permanente en el tiempo.
Analizado en detalle y, siendo conscientes de estos impactos, debemos ser capaces de valorar la aportación que el nuevo empleado aportará a la organización. En primer lugar debemos tomar consciencia de la capacidad o no de absover esa labor de manera eficiente con nuestro equipo actual, mediante las necesarias modificaciones operativas. Si consideramos que esto no es posible, debemos proceder a valorar.
La aportación del nuevo empleado debe ser superior a los costes y riesgos que nos generará y, no sólo debe ser superior; debe ser creciente en el tiempo, por la capacidad de adaptación, integración y transformación que nuestra organización pueda tener; interiorizando todas las aportaciones positivas del nuevo empleado y, reduciendo o eliminando las de carácter negativo.
Así visto, antes de tomar la decisión de iniciar la búsqueda de un nuevo empleado, deberemos ser capaces, por muy pequeños que seamos como empresa, de identificar las labores que realizará, el impacto de éstas, su necesidad en el momento actual, el esfuerzo que supondrán, la necesidad de capacitación y experiencia, la valoración de la aportación económica a la organización y, finalmente el coste que podemos asumir como microempresa. El coste, lo coloco deliberadamente al final porque, si los análisis de las aportaciones se realizan en profundidad y se valoran suficientemente bien, seremos capaces de entender la necesidad de búsqueda, no sólo de un nuevo empleado, sino la oportunidad económica del puesto a cubrir.
Si hiciéramos a la inversa, basando la oportunidad de un mercado laboral con costes a la baja, y utilizamos el criterio simplista de tener la opción de contratar en malas condiciones una persona sobre cualificada, que es viable de sustituir a uno de mis actuales empleados, que llevan toda la vida, pero que finalmente están menos cualificados y cobran más; suponiendo este criterio que nuestra organización tiene una adaptación y flexibilidad a priori, capaz de interiorizar y asumir cambios tan drásticos sin sufrir; estamos cayendo en la decisión de quebrar nuestro proyecto empresarial irreversiblemente.

Los empleados que nos han acompañado en el camino son, el pilar de nuestra empresa, son con quienes ésta ha llegado hasta donde ha llegado. Si hemos crecido con éxito, sólo es posible atribuirlo al conjunto, a la organización, a la micro sociedad que ha trabajado de manera organizada y coordinada para la consecución del éxito empresarial, compartido mediante los tipos de acuerdos, relaciones y contratos que existan entre los participantes. Si la PYME que lo haya conseguido, o pretenda conseguir el éxito mediante el esfuerzo y las recompensas compartidas, quiebra de manera inesperada su modelo para la integración de una oportunidad mal medida, la posibilidad de fracaso aparecerá irremediablemente, y de manera irreparable.